El título de Auxiliadora atribuido a la Virgen María es muy antiguo en la Iglesia. San Juan Crisóstomo, en el año 345 escribía: “Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios”.Pero en el año 1572 el Papa San Pío V, ordenó que en todo el mundo católico se rezara en las letanías la advocación “María Auxiliadora, rogad por nosotros” porque el año anterior en la batalla naval de Lepanto la Virgen había librado a toda la cristiandad de caer bajo el poder de la Media Luna, o sea, del poder musulmán, que intentaba destruir todo vestigio de cristianismo en el mundo.
Durante la Guerra de los 30 años, una guerra religiosa del catolicismo contra el protestantismo que duró de 1618 a 1648, los católicos de Baviera, en el sur de Alemania, se vieron atacados ferozmente y empezaron a invocar a la Virgen María para que les protegiera. La invocaban con la jaculatoria: ¡ María hilf ! (María, ayúdanos, auxílianos).
En Passau los padres capuchinos construyeron una capilla a María Auxiliadora y desde allí se extendió la devoción por toda Europa a través de una Archicofradía, que también se instaló en Turín.En 1683 otra vez apareció la amenaza del Islam y los príncipes cristianos se unieron y vencieron en la ciudad de Viena a las numerosísimas tropas invasoras.
En 1809 el emperador Napoleón Bonaparte mandó poner preso al Papa Pío VII y así lo tuvo durante 5 años. En 1814 tuvo que dejarlo libre y el sumo pontífice regresó a Roma. Entró a la ciudad el 24 de mayo de ese año. El Papa, para conmemorar el hecho, ordenó que ese día se celebrara en toda la Iglesia la fiesta de María Auxiliadora.Por esas fechas había en la Iglesia ya muchas imágenes de María Auxiliadora.
En Alemania había una muy famosa del gran pintor Kranach, y otras en la misma ciudad de Roma. Todas eran diferentes. La mayor parte presentaban a la Virgen con el Niño en brazos. Algunas le ponían cetro y corona.San Juan Bosco pudo conocer en Turín una escultura de María Auxiliadora en mármol que existe todavía en la iglesia de San Francisco de Paula, lugar donde predicó varias veces.En el año 1860, a fin de unificar a todo el territorio italiano en una sola nación, se le quitaron al Papa los Estados Pontificios. Todo el mundo católico sintió que la Iglesia estaba amenazada y que tratarían de hacerla desaparecer, puesto que el Papa ya no tenía un territorio propio, que le garantizara libertad y autonomía, desde donde ejercer su ministerio de Pastor Universal de los católicos.Entonces en todas partes se empezó a invocar a la Virgen María para que protegiera con su poder tan grande a la Iglesia en esos tiempos tan difíciles.En el año 1862 don Bosco tiene el sueño de las dos columnas.
La Iglesia está representada en un grande barco que es piloteado por el Papa y es atacado ferozmente por las fuerzas del mal. Está a punto de zozobrar cuando de entre las olas surgen dos poderosas columnas, una de las cuales tiene en la punta una grande hostia con el letrero “Salus credentium” (salvación de los creyentes), y la otra, que es más pequeña, tiene en anagrama de María con el letrero “Auxiliium Christianorum” (Auxilio de los Cristianos).
La barca de la Iglesia es conducida hábilmente por el Papa y colocada entre las dos columnas y se ancla a ellas. De este modo ya no se la puede hundir y los enemigos huyen despavoridos. Este sueño lo cuenta a los muchachos del Oratorio en las buenas noches.Por esas mismas fechas suceden cosas especiales en un lugar del centro de Italia. Un niño de 5 años llamado Righetto Cionchi, pobre pastorcito que cuida ovejas, encuentra entre las ruinas de una iglesia ya derruida, una imagen de la Virgen con el Niño, pintada en lo que había sido el retablo de aquel templo. El niño conversaba tranquilamente con la Virgen siempre que pasaba por allí. Eso se sabe a través de la hermanita del niño, la cual comenta en la familia que “Righetto platica con la Virgen”.
Pasaba entonces por esos rumbos un señor llamado Juan Castellani, con una enfermedad incurable, que hacía una peregrinación a un santuario mariano que se encontraba cerca a fin de pedir su curación. Se sintió desfallecer y se tiró a descansar junto a un árbol. Alguien lo vio y le sugirió que no necesitaba ir tan lejos, que allí cerca estaba una imagen de la Virgen que platicaba con un pastorcito y que a Ella le pidiera el milagro. Así lo hizo el enfermo y milagrosamente curó de su enfermedad.El hecho se supo inmediatamente y llegó a oídos de Mons. Juan Bautista Arnaldi, arzobispo de Spoletto, el cual fue al lugar de los hechos y certificó con su autoridad que el milagro era auténtico, e interpretó con ese hecho milagroso como una respuesta clara de la Virgen María a las oraciones del pueblo para que protegiera a la Iglesia. Mandó poner alrededor de la cabeza de la imagen, con letras de oro, el título “Auxilium Christianorum”.Luego envió una relación de estos hechos a todos los periódicos católicos. En Turín la publicó el periódico “L’Armonía” y de este modo llegó también a conocimiento de don Bosco, que la leyó a sus muchachos en el Oratorio.
Empezó entonces don Bosco a pensar en la construcción de un grande templo a María bajo este título de Auxiliadora. Puso manos a la obra y el hermoso templo, que conocemos como Basílica de M. Auxiliadora se terminó de construir en 1868. Al terminarlo don Bosco declaró que la misma Virgen María Auxiliadora se había construido su casa, puesto que los recursos habían llegado gracias a las innumerables gracias que María concedía a sus devotos.Desde la Basílica de Turín se extendió esta devoción a todo el mundo, llevada por los salesianos y las Hijas de María Auxiliadora. TENGAN FE EN MARÍA AUXILIADORA YVERÁN LO QUE SON MILAGROS, decía don Bosco.“Será la iglesia madre de nuestra Congregación y el centro del que saldrán todas nuestras obras a favor de la juventud”, dijo don Bosco a uno de sus hijos más preclaros, que será después el cardenal Juan Cagliero.
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