En su biografía leemos que desde pequeño se interesó mucho en aprender y aprovechaba cualquier momento libre para leer y estudiar. Esto es verdad y pudo hacerlo gracias a que en julio de 1822 una ley del Rey Carlos Félix ordenó que en todos los pueblos del reino se abrieran escuelas de invierno, que abrían después de la fiesta de Todos los santos (1 de noviembre) y terminaban en la fiesta de la Anunciación (25 de marzo). En estos meses no se podía trabajar en el campo porque estaba cubierto de nieve.
Este tipo de escuela se le encomendaba a la Iglesia, porque sólo ella tenía una penetración casi total en todo el país. En ese programa se les enseñaba a los campesinos lo más elemental, como lectura, escritura, aritmética y religión.
Mamá Margarita aprovechó la oportunidad y llevó a Juan, que se veía inteligente e interesado en aprender, a su propio pueblo de Capriglio, no muy lejos de I Becchi. Podía ir y venir a pie mañana y tarde.
Se presentó ante el padre encargado llamado don José Lacqua para inscribir al niño. Pero fue rechazado porque no pertenecía a esa parroquia, sino a Castelnuovo, que quedaba mucho más lejos. Eso era en el invierno de 1823. Juan tenía 8 años.
El año siguiente las cosas cambiaron, porque el padre Lacqua se había quedado sin la persona que le ayudaba en su casa y en su lugar había contratado a una mujer confiable y trabajadora que se llamaba Maria Juana. Era hermana de mamá Margarita. De modo que con esa influencia el niño pudo ser admitido y frecuentó clases dos inviernos seguidos, de 1824 a 1826.
P. Jorge García, SDB
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