domingo, 17 de enero de 2010

El crecimiento de la congregación

El primer crecimiento se da con la multiplicación de los Oratorios atendidos directamente por Don Bosco, quien inició con el Oratorio de San Francisco de Sales en su etapa de asentamiento y consolidación a partir de 1846, posteriormente en 1847 funda un nuevo Oratorio junto a la estación ferroviaria de Porta Nova dedicado a San Luis Gonzaga y el año de 1849 se le confía el ya existente de Vanchilia dedicado al Santo Ángel Custodio. El arzobispo de Turín Mons. Luis Fransoni le concederá la dirección con espíritu propio de estos tres Oratorios con un decreto firmado en 1852. Esto permitió a Don Bosco pensar seriamente en una fundación propia para la atención de los Oratorios.

Ya fundada la congregación, un segundo signo de crecimiento es la apertura de nuevas obras dentro y fuera de Turín, en algunas diócesis del Piamonte, con el fin de dar un aporte a la difícil situación del cierre de seminarios y la nueva política educativa del Estado Liberal; serían entonces colegios y hospicios con la función también de seminarios menores. Una primer experiencia que fue más bien pasajera se realizó en Giaveno (1860); posteriormente la primer Obra considerada como tal fue Mirabello en 1863 y a ésta le siguió Lanzo en 1864. Estas dos fueron las Obras pioneras para la fundación de nuevas presencias y la expansión de la Congregación orientada hacia la enseñanza, dando preferencia al internado, para favorecer la integralidad de la formación y conservar la fisonomía de Casa para la juventud pobre y abandonada.

Con la solicitud, y al mismo tiempo la petición de aprobación de la Pía Sociedad por algunos obispos, el 23 de julio de 1864 la Sagrada Congregación de Obispos y Religiosos proclamaba el “Decretum Laudis”, que acreditaba la existencia y espíritu de la nueva Sociedad; posteriormente llegaría la aprobación oficial y definitiva con el decreto pontificio el 1 de marzo de 1869. Las Constituciones serán aprobadas definitivamente el 13 de abril de 1874.

En 1872 se inicia una nueva etapa: atender y llegar también al ámbito femenino con los mismos propósitos y el mismo espíritu con que ya se hacía entre los varones. Se da entonces la fundación del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora con María Dominga Mazzarello (hoy santa) a la cabeza. Posteriormente se dará mayor fuerza al espíritu y al carisma en la misión con la fundación de la Pía Unión de Salesianos Cooperadores en 1876, donde laicos que gustan del carisma se unen apostólicamente a la salvación de los jóvenes.

En el año 1875 un nuevo acontecimiento de gracia permite no sólo la expansión por Europa, sino que se inicia el capítulo de la labor misionera, especialmente en América, con el fin de llegar a más y más jóvenes del mundo entero. A la muerte de Don Bosco habrá 57 casas en 6 inspectorías, con 773 salesianos.


Miguel Rúa (hoy beato) es el primer sucesor (1888 a 1910) y con él se dará un gran impulso de crecimiento y labor misionera. La Congregación pasará a tener a su muerte 345 casas en 34 inspectorías y con 4,000 salesianos. No fue sólo el contexto político, religioso y social lo que favoreció este crecimiento sino también su gran ascendiente moral y religioso. En esta etapa se dan los primeros pasos en otras partes del mundo además de Europa y América.

A Pablo Álbera, segundo sucesor (1910 a 1921) le tocaron momentos muy difíciles con la I Guerra Mundial, lo cual trajo consigo una contracción que fue superada al término de las hostilidades. Se abrieron presencias en Hungría, Alemania, Centroamérica y Cuba.

Felipe Rinaldi (Beato), tercer sucesor (1922 a 1931) tuvo una grande oportunidad de expansión llegando a abrirse en este periodo más de 250 nuevas casas, pasando los salesianos de 6,000 a 10,000.

A Don Pedro Ricaldone, cuarto sucesor (1932 a 1951) le tocó dar estabilidad a las estructuras bajo el triste y tormentoso periodo de la II Guerra Mundial. Posteriormente Don Renato Ziggiotti (Rector de 1952 a 1965) emprendió grandes viajes de animación entre los cuales estuvo México. Al final de su rectorado los salesianos llegaron a ser más de 20,000.

Don Luis Ricceri tuvo un rectorado difícil (de 1965 a 1977) por las consecuencias del choque ideológico del mundo contemporáneo, que trajo consigo una considerable disminución numérica del personal salesiano, no así de las casas que en realidad fueron pocas la afectadas por el cierre, ya que se buscó la manera de conservar las presencias, por el bien que se estaba haciendo.

Don Egidio Viganó (de 1977 a 1995) inició el proyecto África que vino a consolidar la presencia que ya había y a concretar nuevas presencias en este Continente. Con la caída del muro de Berlín también impulsó el reconocimiento y apertura de las presencias que hoy trabajan en la Europa del Este.

Don Juan E. Vecchi (de 1996 a 2002) afrontó y promovió un fuerte impulso de definición de la pastoral juvenil salesiana.

Bajo el rectorado actual, el de Don Pascual Chávez, sucesor de Don Bosco desde 2002, a pesar de la disminución numérica, la fundación de nuevas presencias no ha parado. La congregación se ha lanzado en estos últimos años con gran esperanza hacia la renovación espiritual y el lanzamiento de nuevos proyectos y modalidades de presencia al servicio de los jóvenes.

Por P. Alejandro Zepeda

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